jueves, 22 de octubre de 2009

UNA LECCION INQUISITORA




Era una mañana lluviosa tipica en Guadalajara de noviembre, bajo una corniza me guarecia acurrucado, me dispongo a tomar proporciones, contemplo como poco a poco la cantera cambiaba de color al penetrar la humedad en sus paredes, escucho en silencio el furor de la lluvia, parecen miles de pisadas, de pronto la majestuosa "casa de la misericordia" inmensamente vacia, recobra vida, por sus pasillos imagino correrias de quienes no se dejan ver, trato de iniciar en mi dibujo a mano alzada y de no distraerme, mis espasmos de asma me acompañan como queriendo recordar lo fragil de nuestra estadia, a lo lejos se escuchan unos pasos que se asercan sonoramente, con cierto alivio y sorpresa confirmo "es el, el inquisidor", alivio por ser humano como yo y sorpresa por su osadia,- me pregunta eres el unico?, -si maestro ;al parecer mis compañeros le temen a la lluvia,- no joven contesta tajantemente, no sienten la pasion de la majestuosidad, la cita era con la historia, y no hay lluvia alguna a que te detenga, ya viste al "Hombre en llamas", Orozco no vacilo en ningun momento, se entrego a su obra, ahora su obra lo cita en la historia-.

Asi como aparecio, desaparecio, despues de esa cita en el Hauspicio Cabañas, la ultima vez que lo vi fue al termino del curso, era una mañana lluviosa al pie de la barranca de Huentitan.

Su sentencia, mas bien su exoneracion ser el unico aprobado, con asombro los compañeros no dan credito, salgo del aula como huyendo, con cierto aire de triunfalismo confuso, al cruzar la explanada se prepara la hoguera, una pila enorme de maquetas de casi 3mts de altura.

Que ironia los pupilos se convierten en inquisidores, en protesta se quemaran en hoguera miles de horas de trabajo e inspiracion, el gran Inquisidor sera reducido a cenizas, mas bien la cita en la historia le ha dado un reves o viceverza.